El ex juez de Rufino, Carlos Fraticelli, le entregó una carpeta al gobernador, Miguel Lifschitz, con datos sobre la mediación amistosa que venía realizando desde hace unos cinco años con la provincia y en un escueto encuentro, durante la inauguración del año escolar en una escuela pública de Venado Tuerto, le pidió que continúe en la misma senda. Se lo vió de buen semblante y tranquilo. A pesar de no querer grabar nota alguna, si se prestó al diálogo descontracturado con algunos periodistas.
Para muchos periodistas, la presencia del exjuez destituido tenía que ver con un presunto juicio que le elevaría a la provincia aunque él lo desmintió. “No pienso hacerle ningún juicio a la provincia por lo que me pasó. A mi el dolor no me lo saca nadie y para eso no hay juicio que lo repare”.
El caso Fraticelli se inició el sábado 20 de mayo de 2000 en horas de la madrugada, cuando Natalia Fraticelli, la adolescente hija del entonces juez de Rufino, fue encontrada muerta en su dormitorio. Desde ese momento pasaron muchas cosas La cárcel para el matrimonio de Carlos y Graciela Dieser, el posterior suicidio de la mujer y la libertad del ex, entre otras cosas.
Pero todo llegó a su fin con un resultado esperado por muchos. La Corte Suprema de Justicia de Santa Fe ratificó la absolución de Carlos Fraticelli el año pasado luego de declarar inadmisible un recurso de inconstitucionalidad presentado por el fiscal de cámara de Venado Tuerto, Fernando Palmolelli.
El exjuez también aseguró que no pretende que lo restituyan en el cargo de juez que ostentaba antes del fatídico caso y se mostró favorable a jubilarse como tal, habida cuenta de los 35 años de aporte que tiene como funcionario judicial.
Admitió que vive de su trabajo como docente en dos escuelas de la ciudad de Rufino; una de las cual es una escuela técnica a la que concurría su hija Natalia. Por la noche se dicta nivel terciario en ese establecimiento educativo de la ciudad más austral de Santa Fe.